Ni el más optimista hubiese imaginado este desenlace para el Girona. Tras dos ascensos frustrados en el último suspiro, momentos como el del Lugo, o un descenso. En tan solo su segunda temporada en primera división (cuarta en total), el equipo de Míchel ha logrado hacer posible lo imposible. O en otras palabras, hacer que una gesta de tal magnitud resulte fácil. Y parece ser que su ambición no tiene freno ni limitador. Es más, ya sueñan con oír el himno de la Champions en Montilivi. 18 puntos les separan de escribir una de las páginas más bonitas del fútbol español recientemente. El techo, lo construyen ellos mismos. 

Míchel y un proyecto ganador

9 de julio de 2021. Una fecha grabada en la mente y en legado de este club. No se trata ni del ascenso ante el Zaragoza, ni del ascenso en Tenerife, sino del día en que se hizo oficial la llegada de Míchel como nuevo entrenador del Girona. 

Desde entonces, tres temporadas a sus espaldas, con una trayectoria ascendente hasta llegar a la cúspide esta campaña, con un Girona que divierte y brinda un fútbol colectivo que levante los aplausos de cualquier espectador de este deporte. Si bien su etapa inicial como rojiblanco no fue la más deseada, con una mala dinámica que le llevó a estar incluso en la zona roja de la clasificación de segunda división, conforme avanzaban las jornadas el equipo daba señales de mejora y progresión. Jugadores y directiva ratificaron la confianza en su continuidad al mando de la plantilla. Y el tiempo les acabaría dando la razón, frente a todos esos detractores a los que ahora no les queda otra que sentarse frente al televisor de su casa y disfrutar de sus planteamientos.

Llegó el ansiado ascenso, el retorno a la máxima categoría del fútbol español, y con ello una temporada que superó con creces las expectativas. Tal fue así, que el equipo mantuvo intactas sus opciones de entrar a Europa hasta la última jornada. Una temporada histórica, que parece haber quedado eclipsada por la actual, pero de valor incalculable. Un prólogo digno del autor más optimista. 

Tras un verano ajetreado y ajustes en la plantilla (pese a mantener el bloque principal), asomaba la temporada 2023/2024. Y con esto llega la gota que colma el vaso. La guinda del pastel. El premio a un equipo trabajado, con una idea de juego clara y con un firme compromiso. Tercera temporada y tercera vez que Míchel consigue superarse a sí mismo llevando al equipo a objetivos en los que nadie contaba ver al Girona. Los "ya bajarán de ahí" o "ya vendrá la mala racha" han quedado silenciados y enterrados por un equipo que desprende entusiasmo y ambición a raudales. Pocos eran los que confiaban que fueran capaces de mantener el pulso a Barça y Madrid con el paso de las jornadas, pero la revelación llegó para quedarse. Ahora quién les baja de la nube en la que se han montado, queda evidenciado, por méritos propios sobre el verde. 

Es buen momento para poner en valor la gesta de este grupo de jugadores. A principio de temporada, se acordaron tres objetivos principales. El primero, la salvación, lo consiguieron de forma prematura y matemática antes de lo esperado. El segundo, un tanto más complicado, era alcanzar los 52 puntos, cifra histórica cosechada por Pablo Machín en la primera temporada en primera. Son 68 los que llevan a sus espaldas, quedando aún 18 por disputarse. El último de los tres, era conseguir colarse entre los 10 primeros. Seguramente no entraba en la cabeza de nadie, pero el cuarto objetivo bien puede ser la clasificación para la Champions

La facilidad con la que el Girona ha superado cada obstáculo en su camino, les brinda la licencia de poder soñar en alto. 

Míchel eufórico tras asegurar Europa (Fuente: Girona FC Twitter)
Míchel eufórico tras asegurar Europa (Fuente: Girona FC Twitter)

Billete en mano, falta saber el tren

Lo inimaginable. Cerrar la clasificación a competiciones europeas a falta de 6 jornadas, siendo esta además la primera vez en su historia que lo logran. Una celebración anticipada de lo que puede ser este final de liga. Un reto que parece quedar relegado a un segundo plano, con la mente y la mirada fijada en la Champions. De reojo y con los pies en el suelo, pero gran parte de la parroquia gironina ya acaricia el sueño. Un pez que ha aprendido a nadar entre tiburones y que se siente cómodo ante el peligro, sin vértigo al naufragio. 

Es un hecho, el Girona jugará en Europa. Solo queda por definir en que competición lo hará. Hasta el momento, conserva un colchón de 10 puntos respecto al quinto clasificado, actualmente el Athletic de Bilbao, que ocuparía la primera plaza que da acceso a Europa League. Una rienda considerable, más aún teniendo en cuenta que los vascos visitan al Metropolitano esta semana, cuarto clasificado y rival directo de ambos. Pese a ello, el Girona no atraviesa su mejor momento, especialmente lejos de casa, donde encadena cinco jornadas sin conocer la victoria y dejando malas sensaciones. Clara antítesis de lo que sucede como local, donde han hecho de Montilivi un auténtico fortín donde muy pocos equipos han rascado algo positivo, entre ellos el líder de la competición. Si los catalanes consiguen ampliar la buena dinámica frente a sus aficionados, tendrán la Champions a un tiro, y quien sabe si incluso la posibilidad de luchar por el subcampeonato (a 2 puntos del Barça, con un enfrentamiento directo por jugar). 

El espíritu del conjunto gironí es optimista y contagia a su entorno, con una ciudad volcada. Han sido muchos los golpes bajos en la última década, y nadie se quiere perder la situación inédita a la par que inesperada en la que se encuentra el equipo de su ciudad a estas alturas. Con la oportunidad de escuchar el himno de la Champions entre semana, sufrir contra los mejores clubes de Europa y poder viajar acompañando a los suyos lejos de las propias fronteras. Un reto complicado, que seguro tendrá que venir de la mano de grandes inversiones, marchas dolorosas, remodelaciones y cambios en la infraestructura. Pero para todo ello ya habrá tiempo, ahora les toca seguir disfrutando como niños los findes de semana y soñar en voz alta. Al final será verdad que los sueños se acaban por cumplir.