No todos los años se llega a una final de Copa del Rey, menos aún cuando hace apenas 6 años a estas alturas de la temporada luchabas por entrar en playoff de ascenso a Segunda División.

El camino ha sido difícil y asumir una derrota cuando estabas a nada de consagrarte como campeón de España, pero vaya si ha merecido la pena. Como dice el dicho, no llores porque se terminó, sonríe porque sucedió, algo a lo que, aunque durante estos días no haya forma de consolarse, hay que aferrarse, porque nunca se sabe cuando se va a volver.

Lo que si está claro es que este equipo, desde afición hasta jugadores, produce un sentimiento, orgullo. Orgullo de haber estado siempre unidos, orgullo de haber peleado como un equipo, orgullo de luchar cada balón hasta que las piernas digan lo contrario y aún así seguir, orgullo por aguantar 120 minutos a uno de los mejores equipos de nuestro país y orgullo a aquellos que, aunque lo fallaron, tuvieron la valentía de tirar un penalti con todo el nerviosismo que ello implica.

Solo falla el que lo intenta

No había otra forma de comenzar que hablando sobre dos personas: Manu Morlanes y Nemanja Radonjic. Es cierto que quizá sus penaltis no fueron los mejores, pero los tiraron, sabiendo toda la presión que recaía sobre ellos

Lágrimas de dolor, lágrimas de decepción, pero lágrimas de valentía por haber querido, por haber cogido el balón y plantarse en el punto de penalti. Ambos tienen que estar orgullosos porque sí, hasta los más grandes han fallado penaltis, y aunque sea difícil consolarles, jugadores así son esenciales en un equipo.

Aguirre solo hay uno

Hay que dar gracias al responsable de alinear al equipo y de darle una identidad, este hombre es Javier Aguirre. Un estilo consolidado entre la plantilla con unos jugadores que saben exactamente lo que tienen que hacer donde destaca el gran trabajo defensivo. Las tácticas del vasco sigue funcionando y el Mallorca sigue llegando lejos gracias a él.

Pero si algo hay que destacar del bueno de Aguirre es su personalidad. Ayer nos regaló dos de los mejores momentos, no solo del partido, sino del año, primero cruzándose al área técnica del Athletic para charlar con Abdón (posteriormente se disculpó con el banquillo local y con el cuarto árbitro) y, la imagen de la noche, el momento en el que se eligen los lanzadores de penaltis, la cúspide del humor de Aguirre y sus pupilos que trataron de quitarle importancia a la tanda.

Una afición a la altura

La afición del Mallorca durante el encuentro. | Foto: RCD Mallorca
La afición del Mallorca durante el encuentro. | Foto: RCD Mallorca

Por último, hay que dar un aplauso a los casi 21.000 mallorquinistas que sobrevolaron España y Europa, moviendo tierra, mar y aire para llegar a Sevilla, un esfuerzo titánico por parte de muchos de ellos que han invertido su dinero, sus ahorros y su tiempo por el club de sus amores, por el Mallorca.

Y es que el comportamiento de la afición durante toda la final fue excepcional, la fan zone abarrotada, en ningún momento se dejó de animar y se les escuchaba más incluso siendo minoría. Pero es que no es solo todo lo relacionado con animar al equipo, sino también el señorío y la buena acogida que tuvieron con la afición del Athletic. Varios athleticzales tomaron las redes sociales para elogiar a los mallorquinistas, alabando el buen trato que recibieron durante todo el encuentro y las horas previas a este.

Decir que estamos hablando de una afición de 10 sería quedarnos cortos ¡Muchas gracias a todos los que os dejasteis la voz en Sevilla! ¡Buen viaje de vuelta! Y más importante ¡VOLVEREMOS!