La pregunta no era si iba a suceder, si no cuándo, y ya tenemos la respuesta, este pasado sábado los New York Rangers despedían de su cargo de entrenador jefe de la franquicia a Gerard Gallant tras alcanzar un acuerdo para la rescisión de su contrato. Una decisión esperada pero que quizás ha llegado más pronto de lo esperado.

La salida a las primeras de cambio de la lucha por la Stanley Cup cuándo desde la gerencia se había hecho una fuerte apuesta en el cierre de mercado no solo por un largo recorrido en los playoff, si no por llevar el santo grial del hockey al Madison Square Garden, ha sido el detonante final de una decisión que ya venía sembrada por hechos anteriores.

Y es que la relación entre el entrenador y los jugadores viene viciada al parecer desde hace tiempo y en esta postemporada ha salido a la luz con toda generosidad, como en las declaraciones post partido de Gallant tras las dos derrotas en los partidos tres y cuatro de la eliminatoria en casa en las que acusó a algunos de sus jugadores de no aparecer en esos partidos. El descontento era mutuo, en la despedida del equipo tras la eliminación durante el tradicional vaciado de taquillas, el capitán Jacob Trouba, contestaba con evasivas y obviedades a las preguntas de los periodistas sobre el entrenador, muy lejos de una defensa cerrada del técnico aún cuando no era todavía segura su marcha.

De hecho las entrevistas que desde la gerencia, ha mantenido Chris Drury con los jugadores, han sido el clavo que faltaba por remachar para cerrar el ataúd del hasta ahora técnico de los blueshirts.

Y ahora ¿quién?

Queda vacante uno de los banquillos más deseados y prestigiosos, y por qué no decirlo con una gran cuota de responsabilidad, de toda la NHL. Eso crea también obligación en el equipo de ocuparlo con un entrenador que sea digno de él. Una de las cosas que han sorprendido de la rapidez del despido, es que generalmente desde las oficinas del equipo suelen tener ya a dos o tres candidatos en el punto de mira para facilitar el proceso de selección y la negociación del contrato, ahora Chris Drury tendrá que remar contra corriente para culminar con éxito este proceso.

En este momento Peter Laviolette, Bruce Boudreau y recientemente añadido Darryl Sutter forman parte del club de entrenadores contrastados sin contrato, aunque cualquiera de ellos, a día de hoy parece un parche más que una solución al problema. También ha sonado Joel Quenneville, pero en su contra está que todavía no ha sido perdonado por la NHL por su relación con el caso de los abusos de Brad Aldrich y un mercado tan mediático como Nueva York no sería el mejor lugar para volver.

Se rumorea que entre los favoritos de Drury está Mike Sullivan, que aún tiene contrato en vigor con Pittsburgh Penguins, pero podría ser una contratación factible si el nuevo equipo en la gerencia considera un cambio de rumbo en el banquillo tras quedarse fuera de los playoff por primera vez desde 2006.