No son solo deportistas de élite, sino también embajadoras de una disciplina que encandina a todo aquel que la descubre, y representantes fieles de la Marca España. La simpatía, humildad y trabajo duro que derrochan Liliana y Elsa en todas sus comparecencias, son el mejor aval para dos jugadoras que se divierten con lo que hacen y eso se nota sobre la pista.

El gran objetivo de las españolas en 2016 era estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y lo consiguieron merced a su buen trabajo en el FIVB World Tour, permaneciendo gran parte del ciclo olímpico en el top-10. Sin embargo, el balance del evento celebrado en la playa de Copacabana dejó un poso de decepción en las españolas.

Luces  y sombras constantes

Las españolas no tuvieron unos buenos compases iniciales de año, siendo el Grand Slam de Río de Janeiro un auténtico desastre para sus intereses. Lili y Elsa cayeron en los tres partidos de la fase de grupos, y se vieron obligadas a lamerse las heridas y entrenar duro en Tenerife, su centro de operaciones, para mejorar su rendimiento para citas futuras.

En Moscú lograron clasificarse gracias a su buen hacer en la fase de grupos pero cayeron en la primera ronda ante Bawden y Clancy, en un partido muy igualado que se escapó por pequeños detalles. Todo mejoró mucho en el Grand Slam de Olsztyn, en el que las españolas ofrecieron su mejor rendimiento con tres victorias en la fase de grupos, pero cayeron derrotadas en cuartos de final contra Ludwig y Walkerhorst.

Esta ha sido la dinámica imperante a lo largo del año; momentos de brillantez alternados con derrotas inesperadas, que no han dejado volar alto a Liliana y Elsa, demasiado irregulares como para tener la confianza que se requiere para abordar las rondas finales de Grand Slam. Solo lo consiquieron en Long Beach, con la decepción olímpica aún reverberando. Las españolas se metieron en la gran final y cayeron frente a Ross y Walsh Jennings, siendo éste uno de los resultados más destacables de su carrera.

En cuanto a los Major Series, solo en Klagenfurt se vio la mejor versión de las pupilas de Daniel Rodríguez Wood, cosechando un meritorio quinto puesto. 

Decepción olímpica y final de año mejorable

Lo acaecido en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 fue un golpe moral muy duro para unas deportistas conscientes de que ése era su momento de gloria. Ambas cuentan ya 30 años y no es descabellado pensar que éstos Juegos serían los propicios para que brillaran.

El inicio fue inmejorable. Liliana y Elsa se mostraron muy intensas y motivadas y arrasaron en la fase de grupos. Sus triunfos ante las argentinas Gallay y Klug y Hermannova y Slukova, despertaron las aspiraciones más soñadoras y ambiciosas de las españolas. 

La gente se congregaba tanto en el estadio de Copacabana como en las televisiones en España, siendo el voley playa uno de los deportes más apasionantes para aficionados amateurs enganchados a los Juegos Olímpicos. El espectacular encuentro que protagonizaron ante una de las mejores parejas del mundo para cerrar la fase de grupos, como es la formada por Seixas de Freitas y Bednarczuk, hicieron pensar en una serie posibilidad de medalla.

El 12 de agosto fue un día fatídico para la benidormense y la madrileña. Partían como claras favoritas en el enfrentamiento de octavos de final que les medía a la pareja rusa formada por Birlova y Ukolova, procedentes de la repesca. Sin embargo, todo se torció desde el inicio, siendo incapaces de imponer su ley sobre la pista las españolas.

Faltas de chispa en los remates y de intuición en la defensa, la presión pareció poder a dos deportistas abonadas a la irregularidad, y que sufrieron el mayor revés de su carrera en este envite. Cayeron por 23-21 y 24-22, viendo cómo sus sueños se desvanecían en la playa cual castillo de arena arrasado por la marea.

Herrera y Gavira siguieron la misma línea

Quizá menos mediática pero igual de meritoria, es la trayectoria de dos hombres que tenía en los Juegos Olímpicos su gran esperanza. Herrera, otrora medallista en Atenas 2004, buscaba imponer su experiencia uniéndose al joven y talentoso Gavira para formar una pareja letal. Pero no fue así.

Su trayectoria en Grand Slams no invitaba al optimismo, siendo su mejor resultado unos cuartos de final en Moscú y Long Beach. En los Juegos Olímpicos cuajaron una buena fase de grupos, aunque no pudieron terminar primeros por una dolorosa derrota ante la pareja qatarí formada por Pereira y Samba.

Eso les condenó a un cruce envenenado en octavos de final, viéndose las caras con una de las parejas favoritas al oro olímpico como fueron los locales Cerruti y Óscar Schmidt. Eso supuso el fin de la aventura olímpica para la pareja española.

En definitiva, un año en el que voley playa español siguió con presencia notable en la élite, pero sin poder dar el paso a la cúspide. El centro de alto rendimiento situado en las Islas Canarias se erige desde hace tiempo en una referencia a nivel mundial en cuanto a formación de jugadores y entrenamiento de deportistas de élite, por lo que si se sigue invirtiendo en la base no es descabellado pensar que se puede vivir una época dorada de este deporte en España.

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Sobre el autor
Diego Jiménez Rubio
Fui Coordinador General de Más Deportes y Viajes, y miembro del Consejo de Dirección de VAVEL España. Me encanta comunicar mi pasión por el turismo y el deporte, y hacerlo con responsabilidad y profesionalidad.