Trepanaciones en la Historia
Cultura Paracas. Museo Regional de Ica. Perú.

El primer cráneo trepanado de la Prehistoria fue descubierto en 1685 en Cocherel (Francia). En 1868 J. Prunières descubrió más de 200, algunos con orificios de tamaño variable, en la región de los dólmenes megalíticos de granito de Lozère, posteriormente en el siglo XIX se hallaron otros cráneos trepanados del Neolítico en España

Ephraim George Squier (1821-1888), diplomático y explorador norteamericano, observó un cráneo inca trepanado procedente del cementerio del Valle de Yucay, perteneciente a la señora de Zentino, señora de la alta sociedad cuzqueña. En 1865 lo presentó en Nueva York en la Academia de Medicina. Asesorado por Paul Broca (1824-1880) médico anatomista y antropólogo, fundador de la Sociedad de Antropología de París, famoso por descubrir la localización cerebral del lenguaje y la dominancia hemisférica, llegaron a afirmar que no sólo se hizo a un individuo vivo, sino que además habría sobrevivido dos semanas. El cráneo de G. Squier se ha datado entre 1400 y 1530 d. C.

Existen hoy más de 1.500 cráneos trepanados en el Este de Europa. En el Neolítico, el sílex era el único material adecuado; la forma más común en Europa era el raspado longitudinal para hacer un orificio oval, o el raspado circular haciendo el orificio de esta manera.

La técnica era conocida en la medicina grecorromana: Hipócrates (460-355 a. C.), Celso en la primera mitad del siglo I y Galeno a finales del siglo II d. C., la recomendaban para las fracturas con hundimiento y para traumatismos cerrados, aunque no se consideró una práctica rutinaria. Existen registros de trepanaciones aisladas de la Baja Edad Media, el Renacimiento y el siglo XVI.

En América del Sur, existen más de 2.000 cráneos trepanados en los museos arqueológicos de Perú y Bolivia que superan 2.500 años de antigüedad.

Las principales técnicas de trepanación precolombina desarrolladas por los sirkaks o cirujanos se desarrollaron en las regiones de las culturas paracas, nazca, ica (costa centro-sur de Perú), mochica, huari y chimú, quienes la practicaron antes que los incas.

El procedimiento se iniciaba desprendiendo el cuero cabelludo, se limpiaba la herida y se retiraba el hueso. Se realizaban una serie de incisiones redondas o cuadrangulares, sin que afectara al cerebro o a las meninges. Los cuchillos ceremoniales en forma de T, los tumis, cortaban y abrían el cuero cabelludo, reservando los instrumentos de obsidiana y pedernal para cortar y perforar el cráneo. Posteriormente se retraía el hueso trepanado; después se colocaba una lámina de oro sobre el hueco y se finalizaba con un vendaje.

Se describen tres formas diferentes: cuadrangular, circular y cilindrocónica.

Para realizarlas hay cuatro métodos: incisión circular, raspado, cortes transversales y paralelos y perforación o trepanación directa.

Gracias a los elevados conocimientos de herbolaria y técnicas de suturas y a la colocación de láminas metal (oro) evitaban la infección, actuando además sobre el dolor como anestesia.

Existen dos hipótesis en relación a los motivos de su realización: la terapéutica, para tratar traumatismos y enfermedades, y la mágica o espiritual, para combatir el mal de ojo y la hechicería. Para el pensamiento mágico, el orificio craneal dejaría salir a los demonios, aliviando los síntomas de magia y posesión.

Algunos jefes tribales podrían trepanarse el cráneo con este fin, protegiendo mejor a su pueblo, no obstante, ésta es una hipótesis antropológica no demostrada en Sudamérica. Recordemos que no para todos los pueblos el alma estaba en el cerebro, el alma para el mesoamericano podía estar en el hígado o en el corazón y además ser múltiple.

En el Neolítico europeo, se trepanaban los cráneos de los muertos para obtener las rondellas, pedazos de hueso en forma de círculo, con propiedades protectoras que formaban parte de collares y amuletos. Se cree que tenían un fin curativo.

Las culturas subsaharianas, continúan practicándolas en rituales, consideran que es un tabú trepanar sobre las suturas craneales, ya que son las ‘huellas digitales’ impuestas por Alá.

Beréberes y tuaregs de Chad y Libia las realizaban como tratamiento de dolores de cabeza sin connotaciones místicas. Curiosamente en el Antiguo Egipto sin embargo no fue muy extendida.

Finalmente, en relación a las cifras de supervivencia estimadas gracias a los hallazgos físicos, un 70% de los cráneos trepanados muestran evidencias de curación, estimándose que un 50% de los sujetos sobrevivieron, cifra nada desdeñable teniendo en cuenta los recursos empleados en la realización. 

VAVEL Logo