Las Nueve Musas
Foto: pinturayartistas.com.

Con la sensación de emborronar un papel luminoso de textura de pared encalada, ando buscando una inspiración que mitigue un deseo de escribir que se esconde tras las casas de un pueblo blanco de calles de tinta desparramada. Y podría ser un buen comienzo, una buena pista y forma de perseguir el mito, la leyenda, la búsqueda de una historia antigua que se eleva cual arboleda del conocimiento hasta la mismísima entrada del Parnaso, lugar en el que la mitología griega ubicaba a "Las Nueve Musas".

Y en aquel bosque de sabiduría, la savia de la inspiración moldea a las nueve hijas de Zeus y Mnemosine, que acompañadas por la cítara de Apolo, alimentan con sus cánticos la creatividad artística y poética del ser humano. Sus voces se transforman en ideas y poemas que se desvanecen suavemente por el papiro, el lienzo, el instrumento.

Es la augusta y bella voz de la preeminente Calíope, la primera de las nueve. Protectora de la elocuencia, abanderada de la épica, corona de laurel de Shakespeare, Neruda, Lorca, Goethe, Dante, de los grandes poetas de la historia. Una joven elegante y persuasiva, una forma única de expresar emociones, el poder incomparable de la palabra escrita y hablada. La mágica inspiración sentada en actitud de meditación, el aire majestuoso de una frente ceñida en oro y una cabeza apoyada en una de sus manos, siempre dispuesta a escribir, a leer lo que acaba surgir de la tradición oral, unos versos que parecen arrancar de la mítica guerra de Troya.

Es el cantar de Clío, musa de la historia y la poesía heroica, sentada junto al tiempo sobre la Tierra, en cuya mano sujeta una trompeta y, a cuyos pies descansa un libro abierto escrito por Tucídides. Es la reflexión y la bella exposición de lo acontecido, el dibujo antológico de las huellas del pasado, aquello que reside en el seno de la memoria. Musa de la invención de los instrumentos musicales, el trinar de esta joven ha inspirado desde el inicio de los tiempos a Hendrix, Paco de Lucía, Rubinstein, Rachmaninov, Charlie Parker, Paganini…

Con Terpsícore, la amante del baile, Nureyev y Carmen Amaya descubrieron que el duende y el arte poseían pies y manos. La jovial belleza de esta musa de pies ligeros y grácil figura se funde al ritmo, al tiempo, a la expresión corporal, para construir versos físicos en el espacio a través del movimiento, la flexibilidad y la creatividad. Terpsícore es la ágil, esbelta y jovial musa de la danza que surge con el hombre mismo para representar sentimientos como el amor, la decepción, la tristeza, el júbilo…

Una lira lanza notas de amor que surgen de las manos de Erató, musa de la poesía lírica y romántica. La hermosa o amada lleva los ropajes de la sensualidad y el erotismo, según Apolonio de Rodas, el manantial de sensualidad que desprende su nombre brota de Eros. Con una flecha de dorada, coronada con mirto y rosas, porta una pequeña lira entre sus manos, instrumento de cuerda que Hermes inventó para deleite y placer del ser humano. Es el amor libre y la sexualidad en todos sus aspectos, la falda de la eterna Marilyn al viento.

Coronada por la hiedra una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, porta en sus manos una máscara cómica y un cayado de pastor, es Talía, musa de la Comedia. Son sus inspiraciones historias enredadas que nos hacen brotar la sonrisa y nos alejan de la negatividad, Es la ironía de Groucho, el humor sin palabras de Keaton y Chaplin, la genialidad de Gila. El rostro de la vida amable, la máscara risueña de la Diosa del humor, la evocación de la risa y los doce músculos que usamos al sonreír…

Entre las bambalinas del Teatro del Parnaso encuentra la tragedia sus mejores representaciones, beben de la voz de la musa Melpómene, que junto a Talía preside el teatro. La celebrada en cantos, protectora del arte lírico, porta en su mano una máscara trágica y nos atraviesa con una severa mirada. Coronada con una diadema empuña un puñal ensangrentado con el que nos acaba de atravesar el corazón. Es el mito de la mujer que lo posee todo, la belleza, el dinero, los hombres, pero que no puede ser feliz, el drama de la vida, el apego a unas posesiones que no son suficientes para alcanzar la felicidad. Es la diosa de Esquilo, Eurípides y Sófocles, grandes maestros de la tragedia.

Cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo divisa el cielo Uranio, musa de la poesía astronómica, de la ciencia astronómica que encuentra en esta joven la razón por la que todos somos polvo de estrellas. Representada con un globo celeste, una corona de estrellas y un compás, pudo alimentar el espíritu científico y soñador de Copérnico, Galileo, Halley, Giordano Bruno, Hawking  o Carl Sagan. El bello rostro de la cosmogonía representa una mota de polvo en la inmensidad de un Universo que ahora comenzamos a conocer e imaginar.

De Chopin a Mozart, de Beethoven a Bach, de Vivaldi a Strauss, todos hicieron trascender la música bajo la inspiración poética de Euterpe, la muy placentera. “La de agradable genio" o "La de buen ánimo" también es la musa de la alegría, y en este ‘palo’ de la vida hizo brotar el duende de la garganta de Camarón y Caracol. Igualmente como musa del placer, con Sabina o Sinatra encontró a músicos y poetas con alma de canalla. Es el rostro de una musa de flores coronada que hizo sonar una flauta y quedó por un río embarazada.

Polimnia es la inspiradora de la poesía-lírica-sacra, es decir, la de los cantos sagrados. Es San Fortunato de Poitiers, un trovador del medioevo, pero en lo lírico ‘il belo canto’ bebió de esta musa inspiradora para hacer cantar a Enrico Caruso, María Callas, Mario del Mónaco, Plácido, Pavarotti y Montserrat Caballé. También como musa de la retórica, de la pantomima, la mímica, ejerció su influencia divina sobre genios como Jacques Copeau, Étienne Decroux y Jean-Gaspard Deburau. Además en el rostro de esta divinidad podemos adivinar a Charlie Rivel y a Fofó, al payaso y al pierrot. Platón, la consideró madre de Eros, el dios del amor, y el hombre descubrió gracias a ella la agricultura. Pues cuenta la leyenda que en el Parnaso la lira que sonaba de las manos de Apolo surgió de su invención.

Son las hijas de la memoria, hijas de Mnemosine, otras voces que llevamos, de otros labios nuestro cantar, nueve mitos y un reinado de inspiración, que es de conocimiento, arte y expresión. Son las musas que siempre andamos buscando, es una lira enmudecida que tiene la necesidad de crear, pues como decía Bécquer, puede que no haya poetas, pero en el fondo en blanco de una hoja, un lienzo, un cuerpo o una mente ávida por expresar, siempre nos aguardará El Parnaso y sus nueve musas, dispuestas a impedir que se extinga la poesía, su eterno cantar.

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