Ya en el regreso a la máxima categoría la Unión Deportiva experimentó lo difícil que supone ser integrante de una de las mejores ligas del mundo. Aunque hay que añadir un matiz, y es que en los momentos en los que más sufrió coincidieron con fases del campeonato en las que se vio contra las cuerdas, rozando los puestos de descenso a Segunda División o incluso inmersos en ellos durante varias jornadas. El pasado día 21, revivió uno de esos partidos para olvidar pero en una situación clasificatoria y anímica totalmente diferente. Los isleños comenzaron el encuentro ante la Real Sociedad como terceros clasificados -ante un panorama inusual a la vez que lleno de felicidad para una afición que ha sufrido mucho en la historia más reciente del club- y, a pesar de la derrota, seguirán comandando el quinto puesto de la tabla pase lo que pase al término de la jornada.

No obstante, estamos ante la liga española y en ella nadie perdona a nadie, por muy buen momento en el que te halles y sea contra el rival que sea. Muchos factores (de concentración, falta de intensidad, las famosas rotaciones, expulsiones, la necesidad y el ansia de vencer del conjunto contrario...) propiciaron que la Real Sociedad endosase un incontestable 4-1 que deja  a la escuadra grancanaria algo tocada antes de recibir al Real Madrid en el Estadio de Gran Canaria, mientras que a los donostiarras les permite afrontar con más confianza el siempre importante y emocionante derbi guipuzcoano ante el Eibar. 

La Real le tenía ganas a la UD 

Era una clave con la que se contaba antes de que diera comienzo la contienda entre blanquiazules y amarillos. La Real Sociedad no pudo doblegar a Las Palmas en ninguno de los cuatro enfrentamientos en los que dirimieron fuerzas el pasado curso. El azar del sorteo de los cruces coperos de dieciseisavos sentenció que ambos equipos tuvieran que verse las caras además de en los dos duelos correspondientes a la competición doméstica. De esos cuatro, los txuri-urdines no obtuvieron el triunfo en ninguna ocasión, tanto en el Gran Canaria como en Anoeta.

Y no solo eso, sino que ni tan siquiera pudieron contrarrestar el juego de los de Quique Setién -que por momentos tendía a retener la posesión del esférico para, a partir de ahí, generar superioridad en campo contrario y enfilar la meta donostiarra en busca del gol, mientras que en otros, adoptaba un estilo más conservador cuando se veían por delante en el marcador en pos de asegurar un resultado positivo- ni anular a sus principales amenazas, tales como Jonathan Viera, William José o Tana, entre otros.

William volvió a demostrar lo bien que se le da jugar ante la UD: con los dos de ayer, ya son seis los goles que le ha marcado como rival

Es por ello que la Real ansiaba ganar este encuentro, no solo para auparse a los puestos medios-altos de la tabla y revertir este inicio titubeante de temporada, sino también para romper de una vez por todas esa mala estadística que acompañó y con la que cargó el pasado curso cada vez que se enfrentaba ante un rival, en teoría, inferior.

Un gol antes de los primeros 60 segundos de juego y una expulsión veinte minutos después condicionan cualquier partido

Los once jugadores que decidió el técnico cántabro que salieran de inicio ante los de Eusebio Sacristán no saltaron al terreno de juego con la aptitud que se necesita y que te exige un encuentro de estas características. Prueba de ello fue el primer tanto de la noche, logrado por los blanquiazules a los 54 segundos de partido, en la primera jugada que se trenzaba en el mismo y tras un mal balance defensivo de los amarillos. La pasividad, la falta de intensidad y de agresividad y la pérdida de ciertas marcas, como de la que tenía que responsabilizarse en ese momento David Simón, fueron los principales protagonistas del tanto de William José.

El de Porto Calvo no se lo pensó dos veces y mandó el cuero al fondo de las mallas isleñas tras rematar de potente disparo con el interior de su bota derecha un centro poco amenazante de Carlos Martínez y tocado ligeramente por Oyarzábal. Y por si fuera poco, cuando aún se estaba recuperando la UD del primer tanto, establecida ya la superioridad en el verde de una Real que encaró el partido con las ideas más claras, Kevin-Prince Boateng es expulsado, de forma justa, a los veinte minutos. Tras una salida en falso de Javi Varas en un intento por despejar un centro desde el banderín de córner, el centrocampista germano-ghanés tira de un recurso que se podría considerar como efectivo, pues evitó que William se apuntase el segundo en su cuenta particular, y a la misma vez no, pues fue ilegal.

Los jugadores de la Real celebran el tercer tanto anotado por David Zurutuza
Los jugadores de la Real celebran el tercer tanto anotado por David Zurutuza

Con su mano derecha el ex del Schalke y Milan, entre otros, corta en el interior del área chica la trayectoria de un balón que ya se iba a introducir en el marco grancanario. Nada que cuestionar. Expulsión merecida, asimilación de la realidad de tener que afrontar los 70 minutos restantes de juego con un futbolista menos y transformación del posterior penalti por parte de Carlos Vela para colocar el 2-0 en el luminoso. Dos losas con las cuales es muy difícil lidiar para prácticamente cualquier conjunto del planeta fútbol, más si te encuentras por debajo en el marcador, ante una escuadra contraria con tan potencial ofensivo y que salió a por todas desde el pitido inicial

William José, azote y verdugo de su exequipo

El ariete brasileño fue la peor pesadilla para Mauricio Lemos, Pedro Bigas y para todo el cuadro insular en general, tanto en el transcurso del duelo como en la madrugada posterior al mismo cuando todos los integrantes de la plantilla canaria dormían. Los dos centrales titulares conocían a la perfección al corpulento atacante por su breve pero fructífera y espléndida etapa en la disciplina de Pío XII. Pero también hay que aplicar esta regla en el caso contrario y, el pasado día 21, fue el delantero el que impuso su juego y el que domó a los dos zagueros.

No solo por las dos dianas, ejecutadas con una precisión envidiable (tanto en el primero comentado anteriormente como en la pena máxima que ejecutó en los primeros compases de la segunda parte) que hicieron recordar alguno de los goles que logró con la zamarra amarilla, sino por su constante y característico ‘baile’ con el que sometió a ambos: juego muy físico, no exento de clase y de visión, además de su conocido poderío aéreo.

Otros jugadores que supusieron un quebradero de cabeza para los de Setién fueron el hiperactivo y habilidoso Mikel Oyarzábal (no le dio ni un solo respiro a David Simón) y David Zurutuza, siempre un incordio para los rivales llegando desde segunda línea como bien se reflejó en el 3-0, obra suya tras un remate cruzado de cabeza. 

El riesgo de las rotaciones, cansancio en ciertos jugadores, evidencia de la falta de minutos en otros…

Para terminar, un cóctel de factores con el que también se justifica tal derrota abultada pero que siempre, más aún en la Liga de las Estrellas, hay que tener en cuenta. Las rotaciones son, además, de necesarias, beneficiosas tanto para los indiscutibles como para aquellos jugadores que no hayan disfrutado de esos minutos relevantes a la hora de adquirir confianza y rodaje. Sobre todo, en esas etapas frenéticas de la temporada en las que perfectamente se reúnen tres partidos en apenas 7/8 días.

Ante la Real Sociedad la UD Las Palmas no tuvo el día en ninguno de los aspectos del juego. El riesgo, obligado, de rotar tampoco funcionó. Asimismo, tanto el cansancio en ciertos hombres como Dani Castellano, Roque Mesa, Javi Varas, El Zhar o el propio Pedro Bigas, que han disputado hasta la fecha prácticamente todos los minutos de estas cinco primeras citas ligueras, como la ausencia de participación de otros, véase a David Simón (inédito hasta el encuentro celebrado en Anoeta) o Ángel Montoro (apenas 41 minutos acumulados ante Valencia y Sevilla), se hicieron notar.

Al margen de todas estas últimas claves, no se puede rehuir el hecho de que el nivel defensivo de los amarillos estuvo por debajo de sus capacidades, esas que se demostraron en encuentros como el del pasado día 17 ante el Málaga, ante el Sevilla casi hasta el final del duelo en el feudo hispalense o incluso en la primera jornada ante el Valencia. Duelos en los que la solidez, la fiabilidad y la que se puede denominar como una habilidad para saber sufrir ante las constantes acometidas del contrario fueron claves para la consecución de los tres puntos (ante el conjunto de Sampaoli se tenían asegurados hasta el minuto 88 de juego).

En Anoeta, no se reafirmó -hasta bien entrada la segunda mitad, cuando la Real ya había quitado el pie del acelerador como consecuencia del derecho a relajarse que produce el disfrutar de un resultado abultado a favor- el gran momento que ha vivido, desde la segunda vuelta del curso pasado, el rendimiento defensivo que venía caracterizando y tomando protagonismo en el juego del plantel ‘Pío-pío’. 

Javi Varas, cabizbajo tras recibir un gol en el dulelo ante el conjunto donostiarra
Javi Varas, cabizbajo tras recibir un gol en el dulelo ante el conjunto donostiarra

A pesar de la dura derrota por parte de los amarillos, no parece el mejor momento para debates acalorados después del gran inicio de temporada que están firmando los de Quique Setién. La dureza de la Primera División propicia resultados como este, y el batacazo en San Sebastián, dentro de lo poco positivo que se puede sacar del mismo, refuerza a la UD para reflexionar sobre los errores cometidos y preparar a mayor conciencia la próxima cita liguera. Este fin de semana espera el Real Madrid en un partido que servirá para que ambos equipos luchen por volver a la senda de la victoria.

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Sobre el autor
Miguel García
Redactor en la sección de Las Palmas y Periodismo en la ULL. Natural de Gran Canaria pero residente en Tenerife durante el curso. El fútbol y la UD Las Palmas como pasiones.