La UD Las Palmas asciende a Primera División después de trece años lejos de los campos de la Liga de las Estrellas. Los goles de Roque Mesa y Sergio Araujo significaron la consolidación de un proyecto que logra su objetivo tras tres temporadas de insistencia.

En su próxima edición, la Liga BBVA recuperará a su histórico bastión en el Archipiélago Canario. El ascenso de Las Palmas significará la rúbrica de su 32º temporada, en 66 años de historia, como equipo de Primera División.

Fotografía: LFP

364 días después

Las Palmas cumple su promesa un año después del 22J

Hace 364 días los corazones de medio Archipiélago rompieron en mil pedazos por culpa de una infausta invasión de césped cuando la UD Las Palmas tenía en su mano el ascenso a Primera División. Aquel 22 de junio significó un antes y un después en el fútbol moderno, fue el día que un equipo, maduro tras más de 60 años, sacudió las lágrimas de su ilustre afición para jurar venganza.

Bien sabe el viejo Estadio Insular, hoy corazón de Las Palmas de Gran Canaria, que ese equipo, representativo de las ocho islas en aquel partido contra el Córdoba, siempre (siempre) cumple su palabra. Lo hizo cuando en en 1949 unió a los cinco equipos que había en la isla, prometiendo ser el único bastión del fútbol grancanario; lo hizo cuando soportó las inclemencias de la ley concursal que asumió en la última década y también cuando juró vida eterna así todas se asara en el infierno de Segunda B.

Desde aquel 22 de junio, cuando Las Palmas miró frente a frente a los ojos de la historia, la promesa era cierta. Le debían un favor al destino: le habían prometido su regreso al Olimpo y él, justiciero con memoria, tomó nota de aquel compromiso.

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Desde por la mañana, los aficionados demostraron su compromiso

Otra vez lo volvieron a hacer. Volvieron a demostrar su amor incondicional por los suyos. Incalculable, inmedible. Recorrieron media ciudad, hicieron la simbólica unión del Insular y el Gran Canaria, lo llevaron a cabo como quien teje el antes junto al ahora, el pasado del presente, como si Tonono le diera un abrazo a Valerón.

Pasaron las horas. Se concentraron en un Siete Palmas ataviado cual Monte de Los Olivos. Les recibieron como héroes, como lo que son al fin y al cabo. Hoy no se jugaban su casta, se jugaban su eternidad.

Un ascenso trabajado desde el principio

Jugaron con oficio, con delicadeza, con dulzura. Contuvieron la respiración cuando apenas había oxígeno, mantuvieron el balón cuando cualquiera habría atacado al pelotazo. Ayhtami Artiles remató con el corazón al borde del primer cuarto de hora. Poco después, Jonathan Viera creó un cataclismo extraterrestre bajo un soberano lanzamiento, retenido a la postre por Bono.

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Roque Mesa dio el primer golpe por el ascenso a Primera

Bailaron con la rosa entre los labios. Brillaron como pocas veces brillan las estrellas. Y llegó. Roque Mesa levantó la escalera hacia el cielo, aprovechó un contragolpe sobrenatural. Araujo de tacón para Culio, éste para Roque y gol. Bendito y necesario gol. Delirio de media España, de esa mitad que añora las jugadas de Las Palmas de los Ochenta.

Ayhtami Artiles tuvo en su cabeza la sentencia del ascenso, pero no. Juan Culio tuvo en sus botas la ocasión definitiva, pero tampoco. El destino quería saber si La Palmas iba en serio con su promesa. Tendrían que sufrir, tendrían que sangrar, tendrían que hacer lo que últimamente habían hecho: jugar de primera estando en Segunda.

Una demostración de madurez

Tras el intermedio, el cronómetro empezó a funcionar cual soga alrededor del cuello. Aquello era un homenaje al fútbol, ese por el que cualquier jugador quiere pasar. Entonces aún no lo sabían, Las Palmas estaba a punto de hacer historia.

En el 54’, Bono medió entre la gloria y el infierno. Evitó el gol en la enésima oportunidad que los hombres de Paco Herrera habían generado. Acto seguido, otra vez, el guardameta peninsular levitó para atajar un disparo de Sergio Araujo. En esos instantes, era el Zaragoza quien ascendía a La Liga. Faltaba un gol.

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En el 62’, Viera se la cedió a Araujo: disparó fuera. En el 63’, Aythami cabeceó sin suerte. En el 66’, otra vez, Sergio Araujo remató para el aire. En el 69’, David García tiró al larguero. Las Palmas atacaba, el Zaragoza achicaba su inevitable inundación.

Sergio Araujo definió con el alma para lograr el añorado ascenso

28.232 almas dieron ejemplo de raciocinio. Esquinaron al combinado de Popovic, convirtieron en un infierno lo que a falta de diez minutos podría haber sido su cielo. Y lo lograron. Empujaron a Las Palmas a la gloria.

Araujo dio un paso al frente, salió al balcón, le pidió permiso a la gente y guiñó su ojo izquierdo. Disparó con la potencia que le daba toda Canarias, inconsciente de vivir el momento más importante de su vida profesional.

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Su gol también fue el de Herrera, el de Lobera, el de Jémez, el de Juan Manuel, el de Kresic, el de Pacuco, el de Olsen, el de Satur Grech, el de Tonono, el de Guedes, el de Valerón, el de Eloy, el de Chrisantus, el de Vicente, el de Marcos Márquez. Su gol también lo marcaron el Victoria, el Gran Canaria, el Atlético, el Marino, el Arenas.

Tras el final del partido, las imágenes se entrelazaron con las lágrimas que hace un año caían de impotencia y que hoy aparecen con alegría. Tras trece años, la Unión Deportiva vuelve a ocupar su trono. Su estrella hoy deslumbra gracias a la electricidad de todo el Archipiélago.

El destino sonríe orgulloso. Las Palmas ha cumplido su promesa 364 días después. Son de Primera División.

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Sobre el autor
Fabio Benítez
Periodista canario en Madrid. Dirijo las 15 ediciones de VAVEL para acabar con el apartheid de los buenos. Fui editor in chief de VAVEL España, antes fui coordinador general de Primera División. Entre 2013 y 2015 escribí sobre la UD Las Palmas, el Iberostar Tenerife y el Uruguay FS, estas dos últimas, secciones que coordiné. Contacta conmigo en [email protected]. Sígueme en Twitter, Facebook e Instagram: @fabiobesant.