Duro año el vivido en El Sadar en lo que parecía un ilusionante retorno a casa, a la élite del fútbol español. Un encuentro de sufrimiento ante el Málaga en la primera jornada, donde Fran Mérida salvó un punto in extremis marcó el inicio de un sueño que acabó en pesadilla. Tres entrenadores tuvo Osasuna, y ninguno pudo hacer al equipo funcionar al nivel que se espera de un equipo de Primera División. Es por ello que irremediablemente, pese a los constantes intentos de mejorar, acabó la desgracia por consumarse a unas pocas jornadas del final, ser matemático el descenso.

La medular no conectó ataque y defensa

Ha sido este probablemente el mayor problema de los navarros, junto a la poca solidez atrás y la facilidad para encajar goles. Se ha probado de mil y una maneras, pero con ninguna combinación ha llegado el combinado rojillo a formar una alineación con un centro del campo capaz de hacer llegar el balón con fluidez arriba. Estuvo siempre Sergio León muy solo y obligado a buscarse la vida como pudo, con intermitentes apoyos de Berenguer y Roberto Torres, de lo poco salvable del equipo, junto a un Digard que hasta el momento de su lesión, cumplió.

Goran Causic lo intentó también, pero nunca se entendió correctamente con quien fuera su compañero, desde De las Cuevas, hasta Jaime Romero. Luego, queda para el olvido Raul Loe, cuya aportación a Osasuna fue mínima. Aparentó estar perdido sobre el campo, fuera del partido, y al par de oportunidades, no tardó en ser relegado al banquillo. Olavide y Otegui, hicieron lo que pudieron, pero no era tarea suya la de hacer funcionar al equipo, aunque el primero realizó intervenciones francamente interesantes.

Sin defensa, imposible

Y como previamente se había adelantado, la defensa ha sido el otro gran problema de este equipo. Osasuna encajaba con suma facilidad, los errores en defensa eran constantes, estaban a la orden del día. Los rechaces eran todos del equipo rival, los centros sin oposición, y lo mismo para los atacantes que los recibían. La espalda era ganada sim complicaciones, y cuando ninguno de los elementos anteriores era el que se daba, llegaba una mala salida o un error del guardameta.

En resumen y como se puede entender, en defensa, no fue el año de Osasuna. Vujadinovic aportó muchas ganas y se jugó, varias veces además, su propia constitución por Osasuna. Sin embargo, ni David García, ni Unai García estuvieron a la altura. Clerc funcionó relativamente bien en ataque, pero nada de lo que presumir en defensa. Mucho trabajo tendrá Osasuna el próximo año para trabajarse el retorno a la élite.

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Sobre el autor
Gerard Escribano Gil
Fiel aficionado al Levante UD en todas sus secciones. Seguidor de: Aston Villa, Arsenal, Schalke, Fiorentina, 76ers, VLC Basket y Philadelphia Phillies. Amante del deporte en general, practicante de artes marciales.