Ahora que el Betis ha pregonado a los cuatro vientos su Proyecto Heliópolis, encaminado a dar mayor presencia a la cantera en el primer equipo a lo largo de los próximos años, es justo recordar que el mayor éxito reciente de la escuadra de las trece barras, la Copa de 2005 y la clasificación para la Champions, llegó, precisamente, gracias a una gran hornada de futbolistas criados en los escalafones inferiores verdiblancos, compuesta por nombres como los de Joaquín, Juanito, Arzu, Dani, Rivas, Doblas… o nuestro protagonista: Capi.

Y es que la inminente visita del Granada al Benito Villamarín nos hace caer en la cuenta de que gran culpa de que el camero hiciese carrera en la escuadra de las trece barras la tuvo su breve experiencia de una temporada en el Nuevo Los Cármenes, donde, pese a no lograr el ascenso a Segunda sí que se ganó casi para siempre el cariño de una grada que siempre esperó volver a verle de nuevo vestido de rojiblanco.

Llegó a la cantera bética tras iniciarse en el Camas

Aunque los inicios de este centrocampista nacido el 26 de marzo de 1977 habría que buscarlos en su propio pueblo, en las categorías inferiores del Camas. Allí comenzó a despuntar bien pronto, llamando la atención de los ojeadores del Betis a finales de la década de los 80, cuando llegó siendo apenas un infantil. A partir de ahí, su carrera comenzó a teñirse de verdiblanco, llegando al filial en la campaña 95/96, disputando un total de 30 partidos en los que anotó dos goles.

Al curso siguiente, su importancia fue incluso mayor, puesto que llegó a los 31 duelos y logró cinco dianas. Es más, incluso el primer equipo tiró de él en dos ocasiones, cuando las bajas apretaron y Serra no tuvo más remedio que mirar a Los Bermejales. Entonces, recurrió a Capi, Redondo y Varela, quienes tuvieron minutos frente a Valencia y Sporting. Era sólo el presagio de todo lo que les llegaría después, al menos a dos de ellos.

En la 99/00 decidieron cederle para que siguiese creciendo

Sea como fuere, aquel coqueteo con los mayores no dio paso al salto definitivo del camero, que permaneció dos campañas más en el filial, la 97/98 y la 98/99, manteniendo un rendimiento tan regular como brillante, en especial en la segunda campaña, con 36 intervenciones y cinco goles. No obstante, la dirección deportiva verdiblanca quería verle asumiendo galones y con una presión competitiva superior a la de un segundo equipo, por lo que decidió cederlo durante la 99/00.

Su destino fue el Granada, donde Capi se ganó por derecho propio un sitio en la primera plantilla heliopolitana. Porque en el Nuevo Los Cármenes se metió a la afición en el bolsillo con 33 partidos y tres goles que sirvieron para que los nazaríes se proclamaran campeones del Grupo IV de la Segunda B. Sin embargo, la suerte abandonó a los andaluces en el momento clave, en la liguilla de ascenso.

Fue llevado en volandas por la afición en su adiós a Los Cármenes

En ella, los pupilos de Felipe Mesones, que había sustituido en el banquillo a Chaparro, llegaron con opciones al último encuentro, frente al Murcia, aunque una derrota por 0-1 dejó a la afición con la miel en los labios. Pese a todo, la hinchada invadió el césped al final del duelo, tirando de orgullo para felicitar a los suyos por el esfuerzo realizado durante todo el año. En especial al camero, que fue llevado en hombros y al que lograron sacarle una promesa: que volvería al club antes de retirarse.

Con estas credenciales bajo el brazo, regresó a Heliópolis en el verano de 2000, subiendo por fin a la primera plantilla. En ella se convirtió prácticamente en indiscutible, saliendo sólo del once por lesiones o problemas físicos. De este modo, y con el ’14’ a la espalda, jugó 34 partidos en los que sumó dos goles (a Sevilla y Recreativo). De este modo, fue una pieza fundamental de aquel equipo que logró el ascenso en la última jornada, tras vencer por 0-2 en el Estadio de la Victoria de Jaén.

Así, llegó su momento en la máxima categoría, donde, como el equipo, siguió creciendo. Estuvo sobre el campo en 36 envites, llegando a celebrar tres dianas (a Real Madrid, Valencia y Alavés). A través de esos números arrimó el hombro para que el Betis no pasase ningún apuro en la tabla, puesto que además de ser líder en los primeros compases de la Liga, el equipo acabó sexto y entrando en Europa. Incluso, sus buenas actuaciones le permitieron llegar a la selección, con la que debutó en un amistoso contra Holanda en marzo de 2002. Volvería en otras tres ocasiones más.

Las lesiones le impidieron ser protagonista en la 04/05

Y en la 02/03, con tres competiciones por delante, siguió creciendo, con 33 choques y cinco goles (dos a la Real Sociedad y tres entre Real Madrid, Espanyol y Recreativo) que aumentaron su peso específico en el equipo. Aunque durante la 03/04 ya jugó algo menos, quedándose en 24 intervenciones y tres dianas (a Badajoz, Albacete y Real Sociedad). Pero las cosas se le complicaron muchísimo en la 04/05, donde las lesiones le impidieron pasar de los once partidos en los que ni siquiera pudo ‘mojar’. Con ello, pasó prácticamente desapercibido en una campaña histórica para la escuadra de las trece barras, en la que además de lograr la Copa del Rey quedó cuarta en Liga, ganándose el derecho a jugar la previa de la Champions.

Al menos, tuvo el consuelo de que a lo largo de la 05/06 los problemas físicos quedaron a un lado y le permitieron disfrutar de 31 encuentros, en los que logró un gol frente al Atlético, de aquel curso que arrancó entre las mieles de la máxima competición continental, siguió con la UEFA y acabó con las urgencias por evitar un descenso que, afortunadamente para los intereses verdiblancos, no llegó.

Vivió la salvación en El Sardinero y el descenso de la 08/09

A partir de ahí, parecía que el camero había vuelto por sus fueros, teniendo regularidad durante la campaña siguiente, la 06/07, donde jugó 32 encuentros y logró dos tantos (frente a Athletic y Levante), aportando así su particular granito de arena para una permanencia que llegó ‘in extremis’ en la última jornada, con dos agónicos goles de Edu sobre el césped de El Sardinero. Más tranquilidad hubo en la 07/08, donde el camero estuvo sobre el césped en 27 ocasiones y firmó dos ‘chicharros’ (contra Villarreal y Atlético).

Pero como tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe, en la 08/09 llegó el tan temido descenso, que quedó certificado con un empate a uno frente al Valladolid en el Villamarín en la despedida del curso. En él, Capi participó en 28 envites y logró un tanto (ante el Numancia), que de poco sirvió para evitar una debacle que le llevó a competir en Segunda en el que sería su último año como verdiblanco. Fue en la 09/10, una campaña en la que los helipolitanos partían como favoritos al ascenso, comenzaron bien, pero luego se mostraron tremendamente irregulares, hasta el punto de perder casi todas sus opciones de ascender en la penúltima jornada, con un empate con el Salamanca en El Helmántico.

Con ello, sólo quedaba el milagro de ganar al Levante en casa y que el Hércules perdiese en Irún. Los béticos cumplieron con un 4-0, pero los del Rico Pérez vencieron condenando a los de La Palmera a un año más en el ‘infierno’. En él ya no estaría Capi, que aquella tarde frente a los granotas se despidió entre lágrimas de su equipo de siempre, besando el césped y poniendo fin a su periplo como verdiblanco, que le había deparado 26 choques y un tanto, ante el Castellón, que le sirvieron como epílogo en aquella temporada postrera.

Xerez y Camas lo vieron jugar antes de ser técnico de la cantera

A partir de ahí, su destino fue el Xerez, donde permaneció dos campañas, la 10/11 y la 11/12, con 59 encuentros y tres goles que le sirvieron para poner punto final a su trayectoria en el fútbol profesional. Porque aunque había prometido volver al Granada algún día, el hecho de que los nazaríes jugasen en Primera y él contase con 34 años abortó su posible regreso, haciendo que siguiese dando patadas en el Camas.

Allí recibió una oferta del Betis para incorporarse al cuerpo técnico de sus escalafones inferiores, donde comenzó a trabajar con los centrocampistas más jóvenes de la entidad. A ellos intenta transmitirle todos sus conocimientos; ésos que le permitieron hacer carrera vestido de verdiblanco y dejar una huella imborrable en Granada, los que, pese a lesiones y problemas físicos, le hicieron convertirse en el espejo donde querría mirarse cualquier canterano.

 

(Fotos del texto: 1, Todocoleccion.net; 2, Migranada.com; 3, Joaquin-escribiendosobrefutbol.blogspot.com; 4, Number1sport.com; 5, Beticadesantaaurelia.blogspot.com, y 6, ABCdeSevilla.es).