Y sigue el gafe de Wembley. La maldición que mantiene el Tottenham con su estadio actual está empezando a adquirir un concepto sobrenatural incapaz de ser descrito por la mayoría del respetable allí presente. El juego es el mismo. Las ocasiones se repiten, los tiros, los centros, las individualidades. Todo, excepto, los goles. Ni Harry Kane, ni Dele Alli, ni Christian Eriksen, ni Son. Lo sucedido ayer ante el Swansea (75% de posesión, 22 ocasiones y dominio absoluto) confirma un problema muy serio para los de Pochettino.

El técnico argentino de los Spurs apareció en la rueda de prensa con la cara larga que se te queda después de empatar un encuentro de estas características. Y sus palabras no iban a ser menos: "Tuvimos tiros, once corners, 75% de posesión, todo. Jugamos bien, creamos las oportunidades que teníamos que crear, pero esto es fútbol. Para ganar necesitas ser más efectivo de cara a portería, y nosotros no lo fuimos. Creo que el equipo estuvo bien, el esfuerzo fue fantástico, y la única decepción es el resultado que nos llevamos".

El Tottenham no tiene mucho tiempo para lamentos. El martes ya tiene su próximo duelo, contra el Barnsley en la tercera ronda de la Copa de la Liga. Esto acaba de empezar y "Poche" lo sabe: "Mañana entrenaremos y seguiremos en la línea. Todavía es pronto y necesitamos tener más calma para ganar el próximo partido".

En cuanto a la Premier, los Spurs están quintos en la tabla detrás del sorprendente Newcastle, el Chelsea, y los dos clubes de Manchester. La próxima jornada visitarán el Olympic Stadium para medirse al West Ham. Derbi de Londres que llega justo antes de un nuevo duelo de Copa de Europa (Apoel). Es decir, esto es un no parar. Si el Tottenham no consigue salir adelante de su particular "maldición", lo va a tener difícil. Pero es cuestión de tiempo. 

 

 

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