Una Eurocopa más, una decepción más. Después de fracasar en Francia y Alemania Inglaterra volvía, ya sin el veto a los equipos ingleses en las competiciones europeas, a naufragar en la Euro. Graham Taylor, que sustituyó a Robson al frente de los Pross, no consiguió dar con la tecla e Inglaterra volvió a Londres después de la primera fase del torneo.

Tras una ronda de clasificación positiva, en la que superaron por un punto a Irlanda y por dos a Turquía, Graham Taylor y los ingleses llegaron a Suecia en busca de recuperar algo del prestigio perdido anteriormente en los verdes europeos. Mundialmente el crédito inglés era amplio ya que el cuarto puesto en el Mundial de 1990 en Italia tras caer en penaltis ante Alemania en semifinales había insuflado ánimos en los hinchas ingleses y respeto en sus rivales.

"Sin Robson ni Shilton Taylor otorgó la capitanía a Lineker"

Sin embargo, pesos pesados de los Pross como Robson o Shilton habían dejado la selección y la estrella emergente, Paul Gascoigne, se perdió la cita continental. Ante esta situación, Taylor optó por darle el liderazgo de la selección a Lineker y rodearla de un equipo joven y atrevido. Únicamente el capitán Lineker, Pearce y Woods superaban la treintena y jugadores talentosos como Platt y jovencísimas promesas como Shearer o Batty asomaban en un equipo con hambre de gloria.

Mal arranque

El grupo era complicado para los ingleses con Francia y la anfitriona Suecia. Aún así, había un rival que parecía el más flojo: Dinamarca. Los daneses estaban de vacaciones cuando la UEFA expulsó a Yugoslavia por el conflicto de los Balcanes y les metió en el torneo. Un regalo para Inglaterra que los Pross no aprovecharon ya que en el partido inicial solo pudieron empatar a cero. Schmeichel atajó todos los disparos de Lineker, Platt y Merson y consiguió un valioso punto para los vikingos. La decepción fue enorme para los británicos, ya que un conjunto con escasa preparación les había robado un punto. Un mal diagnostico ya que Dinamarca sería, sorprendentemente, la campeona del torneo.

La victoria ante Dinamarca era vital pero el empate aún otorgaba posibilidades a los ingleses de pasar de ronda. Francia con Platini en el banquillo y Papin y Cantona en ataque era el rival en la senda a los cuartos de final. Sin embargo, el rival a batir del grupo no fue tal e Inglaterra logró un empate que bien podía haber sido una victoria por el juego desplegado. Con los jovencísimos Shearer y Batty sobre el verde de Malmoe, los Pross compitieron con frescura y desparpajo y estuvieron cerca de la victoria. La esperanza volvió a brotar en los aficionados y el equipo inglés que veía posible la clasificación.

Suecia frustró el sueño

En el partido definitivo Suecia y Solna se cruzaron en el camino inglés. Dependían de sí mismos los Pross en el partido que cerraba el grupo. El ambiente era ensordecedor para los locales, que sentían el aliento de todo el país, pero los ingleses, con el jovencísimo Batty nuevamente en el campo, silenciaron Rasunda con el tanto de Platt. Un gol que metía a Inglaterra en los cuartos de final y que dejaba fuera a los anfitriones. Sin embargo, el nerviosismo y el vértigo invadieron al equipo de Taylor y Eriksson empató el partido en la segunda mitad. El pase se complicaba aún más con la victoria de Dinamarca contra Francia y fue imposible cuando Brolin, en los minutos finales, sentenció el encuentro y certificó la eliminación de Inglaterra.

"La calidad inglesa era indudable pero le faltaba crecer en competitividad"

Por tercera vez de forma consecutiva Inglaterra abandonaba una Eurocopa en la fase previa y con ninguna victoria a su favor. En Suecia se vivió uno de los momentos más amargos del fútbol inglés. Las lágrimas de los jugadores y de los aficionados fueron el reflejo de la impotencia y la imposibilidad de crecer en competitividad. La calidad era indudable en los Pross pero solo con ella y sin mentalidad el éxito era imposible. La formula mezcló mejor cuatro años después.

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