Uno de los partidos partidos más complicados que le quedaba a la campeona del mundo, esta visita a la capital checa. El combinado nacional de Karel Jarolim es un equipo que suele causar dificultades a sus rivales, un equipo rocoso y organizado atrás con profundidad por bandas, que puede causar problemas en jugadas a balón parado. Sin emabrgo, esta no fue la versión que se vio en el partido de ida, en el que el conjunto germano se impuso por 3-0, con gran superioridad. En este encuentro, esperaban poner en aprietos a la Mannschaft y tener opciones reales para estar en Rusia este verano.

Con el comienzo del partido, se vio una Alemania muy superior, controlando y manejando el partido a su antojo. Tal fue el dominio, que no se llevaban ni cinco minutos de encuentro y Timo Werner hacía el 1-0. El delantero del Leipzig, que venía de un gran fin de semana con un doblete, abría la lata en Paga esta noche para encarrilar un choque que se esperaba mucho más complejo. Y es que Werner significa futuro, tan sólo siete encuentros con la selección y ya cuatro goles y dos asistencias.

Werner en n gran momento. Foto: DFB

El dominio de los primeros minutos se extendió hasta los quince siguientes. Sólo fue a partir del minuto 17, cuando la República Checa comenzó a perderle el respeto y llegar cada vez con más peligro, aunque no harían actos de presencia en el área hasta el último minuto de la primera mitad. Sin embargo, Alemania concedía saques de esquina, que los locales pretendían aprovechar.

El segundo gol para los de Joachim Löw lo tuvo Stindl, después de una gran jugada por banda derecha, el balón queda un poco más allá de la media luna del área, pero el disparo se estrella contra la defensa checa, cuando el banquillo germano estaba preparado para celebrar el gol. La comodidad de los campeones del mundo sobre el Generali Arena era evidente, sin embargo era un control que no se transformaba en ocasiones de peligro.

La llegada con más peligro de los locales fue, como se mencionó anteriormente, justo antes del descanso. Una jugada creada por el talentoso Vladimir Darida, sin duda el jugador con más calidad de los checos, que pudo driblar para después abrir a banda derecha, donde Gebre Selassie tenía cuatro compañeros a lo largo del área pequeña, pero su envío fue muy defectuoso. Así se acababa los primeros 45 minutos, con 0-1.

En el segundo tiempo, Alemania seguía con el piloto automático sin hacer alardes de un juego intenso y ofensivo, mientras que los checos comenzaron a probar suerte, con disparos desde fuera del área y con acercamientos aunando muchos jugadores en cada jugada de peligro. Darida manejaba y controlaba el juego ofensivo, y era el brazo ejecutor de todos los disparos de más allá de 30 metros

Lo mejor para la República Checa era que seguía viva en el partido, y tan sólo estaba a un gol de poder sumar algún punto. Cambios ofensivos como el de Krejci, provocó un paso adelante por parte de los checos que superaban un ay otra vez por bandas, buscando centros que pudiesen complicar a Ter Stegen.

Löw se percató del peligro checo. Foto: DFB

A la hora de partido, los locales merecían el empate. Incluso Löw se dio cuenta, y dio entrada a Rüdiger por Brandt, dando el carril derecho al todo terreno Kimmich, que antes estaba como tercer central, ayudando a Kroos en la salida del juego.

El ritmo cada vez era más bajo por parte de los alemanes, que más que relajados estaban muy confiados. Sin embargo, cuando te acomodas demasiado puede tener graves consecuencias, y así fue. Pasaban dos minutos del 75 cuando Vladimir Darida recibía un balón a unos 60 metros de portería, y no dudaba en disparar directo a la escuadra, haciendo el empate, ante un Ter Stegen que no pudo hacer absolutamente nada. Así, los locales lograban un empate más que merecido por la baja intensidad del conjunto germano, que debía dar un paso adelante para superar el 1-1.

Hummels salvó la victoria. Foto: DFB

Los checos debían seguir ese camino, con presión alta y comandados por el mediocampista del Hertha tenían en esperanzas de conseguir os tres puntos. Una esperanza que se esfumó a tres minutos del final, cuando un balón medido de Toni Kroos caía del cielo de Praga y Hummels se encargaba de cabecear con mucha facilidad, para hacer el 1-2. Un jarro de agua fría para la afición checa, que veía una posibilidad en un libre directo de Darida, pero se marchaba fuera.

El colegiado ruso pitaba el final del partido, y Alemania sigue invicta con siete victorias en siete encuentros, mientras que la República Checa mide sus pocas posibilidades de estar en Rusia 2.018, en una hipotética victoria en Belfast. Victoria sin ningún brillo, pero tres puntos más para los líderes del Grupo G.