Casi cuatro años han transcurrido ya desde la Eurocopa de 2012, una competición que se ganó a pulso el privilegio de pasar a la historia. Polonia y Ucrania acogieron el torneo que elevó a España al Olimpo de fútbol mundial, convirtiendo a La Roja en la primera selección en ganar de forma consecutiva dos títulos continentales y uno internacional. Fue el colofón a una época dorada, a cuatro años de dominio de un equipo y un estilo que quedarán para siempre en la memoria.

Un menú prometedor

Las primeras emociones se vivieron el 2 de diciembre de 2011, día en que se celebró el sorteo de la fase de grupos del torneo. Las dos organizadoras fueron incluidas en el bombo de los cabezas de serie junto a España y Holanda, finalistas del último mundial, lo que relegó a grandes nombres como Alemania, Italia e Inglaterra al segundo. Además, su mal papel en los últimos torneos dejó a Portugal y Francia en los bombos tres y cuatro respectivamente. Los duelos frenéticos estaban garantizados desde la primera ronda.

Grupo A Grupo B Grupo C Grupo D
Polonia Holanda España Ucrania
Rusia Alemania Italia Inglaterra
Grecia Portugal Croacia Suecia
República Checa Dinamarca Irlanda Francia

La fortuna fue caprichosa. Para empezar, dio a Polonia la oportunidad de soñar con la primera clasificación para cuartos de su historia al situarla en el grupo aparentemente más flojo. Luego, quiso que el grupo B se encargara de reunir a tres de las grandes selecciones del continente: Alemania, Holanda y Portugal, a las que unió Dinamarca. A continuación, sirvió a Italia la opción de vengarse de la eliminación sufrida a manos de España en 2008 y tendió una peligrosa trampa ambas emparejándolas con la selección croata, una de las aspirantes a revelación del torneo; y culminó su obra juntando a Francia e Italia en un grupo peligroso con Suecia, siempre complicada, y Ucrania, que jugaría en casa. El primer plato parecía, cuanto menos, apetitoso.

Las anfitrionas, KO a la primera

El 8 de junio el balón echó por fin a rodar en Varsovia. Polonia y Grecia se encargaron de abrir el torneo, Lewandoski de anotar el primer gol y Salpingidis de establecer un reparto de puntos que no dejó del todo contento a nadie. Horas después, Rusia fue la primera vencedora al golear por 4-1 a la República Checa con una exhibición de Dzagoev, y dio un fuerte golpe sobre la mesa para tratar de proclamarse como dominadora del grupo A.

No obstante, el paso de las jornadas revirtió por completo la situación. Con un empate ante Polonia y una derrota ante Grecia los rusos quedaron fuera del torneo, mientras que los checos supieron recomponerse y ganar los dos partidos restantes para alzarse como primeros clasificados. La selección helena les acompañó a octavos, mientras que Polonia no fue capaz de brindar ni una sola victoria a su público y acabó fuera a las primeras de cambio.

Equipo Puntos Goles a favor Goles en contra
República Checa 6 4 5
Grecia 4 3 3
Rusia 4 5 3
Polonia 2 2 3

La otra anfitriona no corrió mejor suerte. Pese a debutar con victoria ante Suecia gracias a dos tantos de Shevchenko, Ucrania no fue capaz de puntuar ante las dos grandes favoritas del grupo. Francia e Inglaterra acabaron pasando a octavos, aunque el combinado británico pasó momentos de verdadera dificultad. En la segunda jornada, lograron sobrevivir a un partido frenético ante el combinado sueco, al que derrotaron por 3-2 en un choque en el que ambos lograron dar la vuelta al marcador, y en la último certificaron su pase imponiéndose al conjunto ucraniano, muy respaldado con su público, gracias a un tanto de Rooney. Los galos, que llegaron a la última jornada ya clasificada, cayeron ante los suecos y acabaron ocupando el segundo puesto.

Equipo Puntos Goles a favor Goles en contra
Inglaterra 7 5 3
Francia 4 3 3
Ucrania 3 2 4
Suecia 3 5 5

Holanda, víctima del grupo de la muerte

La vigente subcampeona del mundo fue la víctima de más renombre de la fase de grupos. Los holandeses no fueron capaces de sumar ni un solo punto en los tres partidos, y desde la primera jornada demostraron que estaban lejos de alcanzar el nivel que habían exhibido en los anteriores campeonatos. Dinamarca cavó su tumba, Alemania se encargó de disparar, y Portugal escribió el epitafio de una selección que quedó muy por debajo de las expectativas.

Mario Gómez celebra un gol. Foto: Getty Images
Mario Gómez celebra un gol. Foto: Getty Images

Los daneses, por el contrario, se vinieron arriba ante las dificultades y pusieron en serios aprietos a las favoritas. Tras ganar a Holanda en la primera jornada, los de Olsen pusieron contra las cuerdas a Portugal tras igualar un 2-0 en contra, pero acabaron cayendo con un tanto de Varela en los instantes finales, y en la última jornada lucharon hasta el final ante el cuadro germano, que se impuso a ellos por un solo tanto, también postrero, de Bender. Fueron la grata sorpresa del grupo más fuerte del torneo, pero no fue suficiente para ganarse el pase a cuartos.

Equipo Puntos Goles a favor Goles en contra
Alemania 9 5 2
Portugal 6 5 4
Dinamarca 3 4 5
Holanda 0 2 5

Ni vendetta ni biscotto

El grupo C estuvo muy marcado por la igualdad y la polémica. España e Italia se encargaron de abrirlo con un encuentro con sabor a 2008 que acabó siendo un adelanto de la final y que se saldó con tablas gracias a los tantos de Di Natale y Fàbregas. Croacia, primer líder del grupo tras ganar a Irlanda, empató también a uno con los italianos, lo que, sumado al triunfo de España ante el cuadro irlandés, dejó una situación muy compleja que dio lugar a muchas especulaciones.

Con España y Croacia empatadas a cuatro puntos e Italia con dos, se llegó a la tesitura de que un empate a dos o más goles entre La Roja y los croatas en la última jornada clasificaría a ambos equipos independientemente de lo que ocurriese en el otro encuentro. La prensa italiana se refirió a esta posibilidad como biscotto, palabra que monopolizó la previa del partido, pero este, lejos de estar amañado, resultó frenético. Los de Bilic pusieron contra las cuerdas a los de Del Bosque, y obligaron a Casillas a vestirse de héroe con una parada para el recuerdo a un cabezazo de Rakitic. Finalmente, un tanto de Jesús Navas en los últimos compases del choque acabó con las esperanzas croatas y permitió a los españoles hacerse con el primer puesto, pero la vigente campeona mostró desde la primera fase síntomas de debilidad.

Equipo Puntos Goles a favor Goles en contra
España 7 6 2
Italia 5 4 2
Croacia 4 4 2
Irlanda 0 1 9

Sin sorpresas en cuartos

Los cuartos de final se saldaron sin sorpresas, pero no sin sufrimiento para todas las ganadoras. Portugal fue la primera en hacerse con su puesto en las semifinales, pero tuvo que esperar hasta el minuto 80 para ver como Cristiano batía a Petr Cech y anotaba el gol del triunfo. Su rival, España, que dio sensaciones de mejoría ante Francia y se impuso por 2-0 gracias a dos tantos de Xabi Alonso, aunque el choque no quedó sentenciado hasta el tiempo de descuento. El ganador del duelo ibérico se haría con un puesto en la final.



Las otras selecciones clasificadas fueron la alemana y la italiana. Los germanos vencieron con cierta holgura a Grecia a pesar de que el encuentro llegó igualado hasta el minuto 60, mientras que los italianos tuvieron que esperar hasta los penaltis para doblegar a Inglaterra. Resueltos los trámites, llegaba la hora de la verdad.

Fàbregas y los once metros: una historia cíclica

Si a la Eurocopa le estaba faltando algo era sin duda un toque nostálgico. Un déjà vu. Y este llegó en la tanda de penaltis que decidió el primer finalista del torneo. Españoles y portugueses habían firmado un partido de rachas que pudo caer para cualquier lado. Los lusos fueron ligeramente mejores en los 90 minutos reglamentarios y La Roja fue netamente superior en la prórroga, pero ninguno de los dos conjuntos fue capaz de hacer un solo gol. Todo se decidiría desde los once metros.

Rui Patricio detuvo el primer lanzamiento de Xabi Alonso, pero Casillas volvió a ejercer de santo haciendo lo propio con el penalti de Moutinho y manteniendo la igualdad en el marcador. Entonces, tras una sucesión de aciertos, llegó el tiro a lo Panenka de Ramos y el fallo de Bruno Alves. Si España anotaba, estaría en la final.

La historia quiso que fuese Cesc Fàbregas el encargado de asumir el lanzamiento. Como aquel 22 de junio de 2008. Como ante Italia. El catalán volvió a mirar asustado a la portería. Volvió a tener mil cosas en la cabeza. Pero, aunque Rui Patricio adivinó sus intenciones y el balón rebotó en el palo, volvió a marcar. España volvió a cantar gol. Esta vez no había roto ningún maleficio: había perpetuado una hegemonía.

Supermario al desnudo

El protagonista inequívoco de la segunda semifinal del torneo fue Mario Balotelli. El delantero italiano hizo en la primera mitad los dos tantos que dieron el pase a la Azzurra, y tras el segundo de ellos, un poderosísimo disparo a la escuadra de Neuer, se encargó también de regalar a las cámaras una de las imágenes de la Eurocopa. Lejos de correr, gritar o festejar por todo lo alto su tanto, el punta optó por quitarse la camiseta y lucir músculos con un gesto totalmente impasible. Parecía no acabar de hacer lo que acababa de hacer. Italia, por obra y gracia de Super Mario, volvía a una final continental.

Foto: Getty Images
Foto: Getty Images

Oda de despedida

Pese a que la final contó con dos selecciones que ya se habían medido en la fase de grupos, tuvo muy poco que ver con aquel partido. España, muy irregular durante toda la competición, sacó a relucir su mejor versión, y a armada con el balón fue poco a poco desbordando a un cuadro italiano que no pudo sino dedicarse a verlas venir. Una excelente combinación fue culminada por Silva para abrir el marcador con un brillante cabezazo. Luego, Jordi Alba corrió como si del mismísimo Usain Bolt se tratase para dejar atrás a todos los italianos, recibir un milimétrico pase de Xavi, y batir a Buffon. Al descanso, la copa ya se teñía de rojo y amarillo.

A Italia, ya inoperativa de por sí ante el recital, se le puso todo en contra cuando Thiago Motta se lesionó con todos los cambios ya gastados. El tercer y el cuarto tanto cayeron por su propio peso, Iker Casillas volvió a levantar un trofeo y La Roja culminó un ciclo de cuatro años de éxitos sin precedentes. Fue el triunfo de un bloque y de un estilo cuya huella tardará en borrarse. Desde el 1 de julio de 2012, la España de Del Bosque (sin olvidar a Luis Aragonés) es, y será, quizás para siempre, historia del fútbol mundial.