En el Iberostar Estadi, se enfrentaban dos equipos que venían encadenando mal resultado tras mal resultado. El RCD Mallorca - CD Lugo era un duelo de cierta urgencia. El conjunto local necesitaba oxígeno en su intento por huír de la zona baja, mientras que los visitantes llegaron a Palma buscando una victoria que acabara con su mala racha y que les permitiera volver a reengancharse a la lucha por el 'play-off'. 

¿Favorito? Complicado. Ambos equipos venían practicando un fútbol merecedor de unos mejores desenlaces de lo que sus últimos marcadores señalan, por lo que su enfrentamiento podía significar ese punto de inflexión resultadista tan importante en LaLiga 123.

Novedades e intensidad inicial

Arrancaba el encuentro con novedades tácticas por parte del Mallorca. Olaizola iba a darle continuidad al 5-3-2 que presentó en Murcia ante el UCAM en la jornada anterior, con Juanjo en el carrilero derecho en el lugar de Biel Company como única modificación. Los bermellones presentaron una alta presión inicial que, acompañada de una gran intensidad, iba a meter al público en el partido.

La determinante interrupción de Pita

Poco a poco, la figura de Carlos Pita apareció en forma de necesidad táctica para los de Sampedro. El capitán se incrustó permanentemente entre los centrales para que el equipo pudiese abrirse y estirarse mucho más sin perder la referencia central de Seoane. Los laterales profundizaron su posición y permitieron que los jugadores de banda pudieran buscar líneas de pase entre interiores y mediocentro rival. La ausencia de un mediapunta capaz de vigilar el movimiento de Pita dañó a un Mallorca que dejó de encontrarse cómodo. 

En una de esas ofensivas sin apenas oposición mallorquinista en el arranque de la misma, iba a llegar la confirmación de que a los locales no les iba a bastar con intensidad. Y esa confirmación venía con nombre de 0-1. Caballero -titular por el sancionado Joselu- iba a aprovechar un rechace de Cabrero procedente de una segunda jugada de un córner para abrir la cuenta.

Aparecieron los fantasmas

El Iberostar volvió a ser hogar para el murmullo. La exigente afición no iba a tolerar otra decepción, pues el mallorquinista venía frustrado después de ver la manera en la que se habían producido las últimas derrotas.

Sin embargo, el panorama, futbolísticamente hablando, no prosperó con la negatividad instaurada en el graderío. Solamente las delicadas pérdidas en salida del Lugo -el equipo quedaba muy abierto- parecían darle opciones al Mallorca. Y depender del error rival para plantear tus posibilidades no es nunca una buena noticia. Quedaba esperar al descanso para que Olaizola les explicara qué estaba ocurriendo.

La variante que no varió nada y el cambio que cambió todo

El inicio de la segunda parte venía acompañado de un cambio de sistema por parte local. Lekic entraba por Juan Domínguez, colocando así un 4-4-2 con Yuste en el doble pivote, Lago en banda derecha y Culio en izquierda. Pero la dinámica apenas se alteró, pues el Lugo seguía siendo el equipo que se encontraba más cómodo sobre el césped. El poco castigo que recibió el doble pivote era una auténtica bendición para los gallegos. No obstante, la entrada de Pol Roigé al encuentro resultó un auténtico dolor de cabeza para el sistema defensivo visitante. Sampedro remodeló el esquema, adaptándolo a un 4-1-4-1 que, poco después, iba a incorporar un doble lateral -Manu y Leuko- para frenar las internadas de Brandon y un Lago que estaba ya como lateral. Aún así, el Mallorca era un equipo con más ganas que fútbol, y eso se notaba.

Bastó lo previsible

Pero, una vez más, en LaLiga 123, lo básico fue determinante. Un córner raso al balcón del área que orientó Pol para el centro, acabó con el remate en el segundo palo de Lekic que iba a poner las tablas en el marcador. Así iba a permanecer el marcador hasta el pitido final del colegiado. Mallorca y Lugo empataron otro partido en el que el factor motivacional de cara a las siguientes jornadas acabó por crecer mucho menos de lo que ambos equipos necesitaban.

 

 

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