Doce años de Simeone. Se dice pronto pero no es fácil. Y por lo que se puede leer en las últimas horas quizás más. ¿14? ¿15?, vaya usted a saber. 

Lo que si sabe el aficionado rojiblanco es que el conjunto colchonero ha mudado la piel en un intento de adaptarse al fútbol moderno y, por qué no decirlo, a una plantilla que nada tiene que ver con la de antaño. 

Hace una década el Atlético controlaba los partidos desde la presión, la seguridad defensiva y el balón parado. Poco de eso, por no decir nada, queda ya. Pese a que algunos comentaristas, narradores y tertulianos siguen repitiendo el mantra de la fortaleza defensiva del Atlético de Madrid y el peligro que genera el equipo en saques de esquina y balones laterales, lo cierto es que nada de esto ocurre hoy en día. A los que siguen con eso, una recomendación: vean algún partido completo del Atleti.

Actualmente, el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone juega a otra cosa. Y no es nuevo esto. Los rojiblancos ya ganaron la última Liga con una propuesta ofensiva brillante que, Mundial de por medio, desapareció hasta la entrada del 2023. Durante este año el Atlético es uno de los equipos que mejor juego ofensivo despliega, fruto de ello son los 72 goles que lleva anotados desde el uno de enero en LaLiga.

Esta forma de jugar, caracterizada por buscar la salida limpia de balón y juntar muchos jugadores por dentro para potenciar la llegada de los carrileros, no podría entenderse sin Antoine Griezmann. Si es Simeone el que plantea la idea de juego, Antoine es el director de orquesta que la ejecuta. Juega, hace jugar a sus compañeros, asiste y marca. Una delicia de futbolista sin la que es imposible concebir el Cholo-Taka (nombre otorgado por Marco de Atlético Stats a la nueva forma de jugar de este Atleti)

Veremos hasta donde puede llegar esta versión mejorada del Atleti con balón y si le da para competir en Europa pero, de momento, el Cholo-Taka entusiasma a la parroquia colchonera.