El Mundial de Inglaterra de 1966 es peculiar cuanto menos. La primera mascota de la historia, un trofeo encontrado en un jardín o la incógnita de un gol fantasma cuya respuesta sigue extinta. Miles de curiosidades que podrían resumirse en un simple artículo y faltaría espacio. Desde VAVEL te contamos la travesía de una Copa del Mundo que se quedó en casa.

  • Inglaterra vs FIFA

Inglaterra acogió la octava edición de un Mundial. Un Mundial innovador, aquel que estrenó por primera vez la promotora de este deporte. Como invitada especial tuvo a la Reina Isabel II. También apareció la primera mascota de la historia, un león con la bandera de Gran Bretaña en su camiseta: Willie. Todo estaba preparado. Se tenía que quedar en casa.

Los ingleses no habían participado en los tres primeros torneos. Sus discrepancias y posterior salida de la FIFA tuvieron como consecuencia la renuncia. Es lo que se conoce como broken time, es decir, se compensaba económicamente a los jugadores que dejaban de percibir el salario de sus empresas para acudir a torneos. Esto alejaba a la FIFA del COI y a la FA (Football Association) de la FIFA. Hasta 1950 no aparecieron en escena y hasta 1966 no albergó una competición de tal calibre.

Tras alternar fase de grupos y cuartos de final, la selección llegó a 1966 clasificada por ser la anfitriona. Junto a Inglaterra se hallaba Brasil, la vigente campeona con un Pelé que llegaba como uno de los mejores jugadores del planeta con casi 22 años (y en la sombra, Garrincha). Fue una competición que acogió un gran abanico de jugadores: Pablo Forlán (padre de Diego), Luis Suárez, Florian Albert, Franz Beckenbauer o Tostão entre otros.

  • Un acontecimiento insólito

Antes era precisamente la campeona la que depositaba el trofeo en la nueva sede. La Canarinha lo hizo como de costumbre. No parecía que pudiera salir nada mal. Hasta que pasa. La Copa Jules Rimet, en honor al entonces presidente de la FIFA, llegó a Londres un 19 de marzo de 1966. Con la idea de presentarla al público, los organizadores la colocaron en una vitrina del Central Hall Westminster.

Un día después, el único guardia que custodiaba el trofeo abandonó su puesto, algunos dicen que fue para tomar un café, otros porque se fue a cenar. Pero fue un momento. Cuando volvió se llevó la sorpresa: ya no estaba, había desaparecido. Y lo cierto es que nunca un café había salido tan caro.

El ladrón ignoró la colección de sellos, valorada en alrededor de 3 millones de libras esterlinas, y solo se llevó el trofeo, de 3.000 libras. Aunque a los pocos días, y bajo la firma de un tal “Jackson”, el atracador pedía 15.000. Cinco veces más lo que valía la copa.

  • Pickles, un héroe inesperado

La raza de Pickles es un collie mestizo / Fuente: Getty Images
Pickles es un collie mestizo / Fuente: Getty Images

Es 28 de marzo. Han pasado ocho días desde el robo y los agentes continúan su búsqueda por el sudeste de Londres, mientras que David Corbett sale a pasear con su perro, Pickles, por los alrededores de su barrio en South Norwood. Todo aparentaba ser normal, cotidiano. De repente, su mascota vuelve con un objeto envuelto en papeles de periódicos. Su incertidumbre se transformó en asombro en un abrir y cerrar de ojos. Era la copa.

Sin dudarlo ni un momento, Corbett acudió a la estación de policía más cercana para entregarla. La inverosímil versión convirtió por momentos a los dos protagonistas en sospechosos del robo, pero finalmente los investigadores dieron por buena la historia y Pickles se convirtió en héroe nacional.

La desesperación fue tal que se creó una réplica del trofeo. El ladrón nunca fue encontrado y a lo máximo a lo que se llegó fue la detención de Edward Bletchley, intermediario que recogería la recompensa que pidió Jackson. El alivio aterrizó como cada despeje de Moore para Banks.

  • La redención de la 4-4-2 de Ramsey

Con la copa a salvo, el torneo se celebró en siete sedes: Birmingham, Liverpool, Londres, Manchester, Middlesbrough, Sheffield y Sunderland más una octava que acogería la final: Wembley. Fue la primera vez que una Copa del Mundo se iba a televisar en color y a través de satélite para todo el mundo (pero solo en la inauguración y la final).

La selección comandada en aquel entonces por Alf Ramsey llegaba con nombres como Gordon Banks, Bobby Moore, Bobby Charlton, Jimmy Greaves o Geoff Hurst. Como toda anfitriona, se ubicó en el Grupo 1 junto a Uruguay, México y Francia.

Y lo cierto es que The Three Lions terminaron primeros con cinco de nueve puntos posibles. Sufriendo por la mínima, pero siendo la única que no encajó gol en fase de grupos. Empató a cero frente a Uruguay en una jornada inaugural más que curiosa (como esta historia). ¿Cuál es el motivo? Tan simple como que los ingleses se olvidaron sus identificaciones en el hotel. Un policía en motocicleta se encargó de recogerlas.

Fuente: FIFA
Fuente: FIFA

Tras un agridulce debut, consiguieron resarcirse con una doble victoria por 2-0 ante México y Francia. Roger Hunt anotó tres de las cuatro dianas a favor en un cambio de esquema que se comenzó a emplear ante los galos. Con la baja de Greaves, que recibió 14 puntos de sutura, Ramsey quitó la figura del extremo en su once, la leyenda llamada “las maravillas sin punteros”, donde los laterales George Cohen y Ray Wilson tenían libertad para sumarse al ataque. Es el nacimiento de la formación 4-4-2.

Alf Ramsey empezó a usarla en el Ipswich Town, pero más que aplausos se llevó críticas. Volvió a intentarlo a nivel de selecciones, esta vez con Inglaterra y con Bobby Charlton como referencia. El equilibrio entre líneas permitía una mayor conexión con los centrocampistas como directores de la orquesta.

  • La bicampeona dice adiós

Los dos clasificados de cada grupo pasaban a cuartos directamente. Brasil, que venía de ser la campeona en los dos últimos torneos, quedó eliminada al igual que Chile, Italia o España, que dos años antes se hizo con su primera Eurocopa.

Los ingleses aguardaban en Wembley a una de sus principales rivales en los próximos años: Argentina. Sin embargo, la polémica envolvió un encuentro que se llevó la anfitriona con un solitario tanto de Hurst en el 78’. La Albiceleste mostró su indignación como presunta víctima de un Mundial que estaba hecho por y para la Reina Isabel II: la expulsión de Antonio Rattín, su capitán, y posterior sanción de cuatro partidos fue la principal reclamación. A partir de ahí, y para evitar otro espectáculo como aquel, se crearon las tarjetas. Pero esto es una historia aparte.

La expulsión de Rattín genero mucha polémica / Fuente: Getty Images
La expulsión de Rattín genero mucha polémica / Fuente: Getty Images

En semifinales esperaba la Portugal de Eusébio. Los lusos protagonizaron el mejor partido de aquel Mundial tras vencer (y remontar) a los coreanos por 5-3. Tras ir tres a cero por detrás en los primeros 25 minutos, el propio Eusébio se encargó de darle la vuelta a la tortilla en apenas media hora con cuatro goles.

A 15 minutos de comenzar el choque, el segundo entrenador inglés, Harold Shepherdson, se olvidó de comprar chicles. Parece un dato insignificante. Pero se rompe el sosiego cuando te enteras de que era algo habitual en Gordon Banks, que los usaba para restregárselo por los guantes y así atrapar mejor el balón.

Shepherdson salió corriendo desde el túnel de vestuarios hasta el quiosco más próximo, hizo la compra y regresó a Wembley justo a tiempo. Suerte o no, un doblete de Bobby Charlton, que ese mismo año se haría con el Balón de Oro, apagaría la ilusión de la Seleção das Quinas pese al 2-1 de, quién si no, Eusébio.

Fuente: Getty Images
Fuente: Getty Images
  • El fantasma que engulló a Alemania

El Mundial de 1966 destacó por la aparición de futbolistas como Pelé o Beckenbauer (premio a mejor jugador joven) o por partidos como el 5-3 de Portugal a Corea del Norte en cuartos, pero el hecho más recordado tiene lugar en la final.

Una final en la que Alemania Federal intentaría arrebatarle el sueño a la anfitriona. Llegó tras vencer 4-0 a una Uruguay que ni la propia Inglaterra pudo batir en la jornada inaugural y a la Unión Soviética de Lev Yashin por 2-1. El propio Beckenbauer ya era figura y otros como Helmut Haller le acompañaban.

Wembley fue testigo de un partido lleno de polémica, tensión y goles. Un partido que comenzó a favor de los alemanes gracias al tanto del propio Haller en el 18’. Sin embargo, los ingleses pudieron darle la vuelta a la tortilla por mediación de Hurst (18’) y Peters (78’). Al borde del final, Weber puso el 2-2 para forzar la prórroga.

Con los nervios en vena, llegó la acción más polémica de esta Copa del Mundo. Un remate de Hurst en el 101’ rebotó en el travesaño y botó en el césped antes de que el esférico volviera al terreno de juego. ¿Valió el gol? Las teorías son muchas, las respuestas, ninguna. El colegiado Gottfried Dienst validó un tanto que pasaría a la historia por ser recordado como el gol fantasma por excelencia. Minutos después, el propio Geoff firmó su hat-trick particular en el 120’ para proclamar a Inglaterra como la campeona del mundo.

Lo de que "el fútbol son 11 contra 11 y siempre gana Alemania" no siempre se cumple. Geoff Hurst fue protagonista aquel 30 de julio de 1966 por dos motivos: primero, y el de menor peso, por convertirse en el primer (aunque ya no único gracias a Kylian Mbappé) jugador en anotar un hat-trick en una final de la Copa del Mundo; segundo, por proclamarse como el mayor héroe, pero a la vez villano, de una historia cuyo desarrollo (y no desenlace) sigue siendo una incógnita.

  • La historia estaba escrita

La imagen de Moore levantando la Copa del Mundo es una de las fotografías más icónicas de este deporte. Como si un diseñador supiese cómo maquetar su próxima colección sin malgastar ni un milímetro de su lápiz en un papel. Como si tuvieras enfrente a Leo Messi y vieses cómo recibe el balón en el balcón del área. Ya conoces tu destino. Conoces el resultado.

¿Y qué fue de Pickles? Se convirtió en un héroe sin máscara después de su acto. Tanto el dueño como su mascota fueron invitados a la comida de celebración después de la victoria de Inglaterra. Incluso se le permitió comer del plato de su dueño.

Además, el perro recibió varios premios y también se convirtió en una estrella de la televisión cuando apareció en la película The Spy with a Cold Nose ("El espía con la nariz fría") con Eric Sykes. Desgraciadamente, Pickles falleció al año siguiente, pero fue tal su legado que su collar está como parte de la exhibición en el National Football Museum en Manchester.

El Mundial de Inglaterra de 1966 cerró su telón difamando su actuación por toda la polémica que envolvió a un planeta lleno de innovaciones dentro y fuera del campo. Desde entonces buscan aumentar su palmarés y afrontan una nueva década con una de las mejores plantillas en cuanto a talento joven. Pero las expectativas se chocan con un muro que derrumba esa gigante etiqueta de uno de los reyes de este deporte. ¿Dónde está el nuevo talismán?

La Reina Isabel II le otorga la copa a Moore / Fuente: Getty Images
La Reina Isabel II le otorga la copa a Moore / Fuente: Getty Images