Crítica de '1898: Los últimos de Filipinas'
Foto (sin efecto): eldiario.es

Con amplísima experiencia dirigiendo en televisión (Policías, en el corazón de la calle (2000-2003), Casi perfectos (2004-2005), Las aventuras del capitán Alatriste (2015), Lo que escondían sus ojos (2016)), Salvador Calvo debuta en cine dirigiendo este pulso coral de la España en guerra con Estados Unidos (que ya fue contado en 1945, en una película dirigida por Antonio Román llamada 'Los últimos de Filipinas'

El resultado es un amplio y virtuoso despliegue de medios, que consigue enriquecer y hacer brillar la gran producción histórica a gran escala en España. Una ambición que se sabe aprovechar y se puede palpar en la película. Lástima que, en términos de guion, la película se corte y se divida, diferenciándose cada vez más el camino del guion por un lado, y el de todos los demás departamentos por el otro.

Mientras la fotografía encabezada por Álex Catalán (La isla mínima, También la lluvia, Camino) y la música compuesta por Roque Baños (Celda 211, En el corazón del mar, No respires) ponen broche de oro al alto trabajo que queda registrado en cada plano, el guion de Alejandro Hernández (Habana Blues, Caníbal, Todas las mujeres) resta calidad al conjunto, arrastrando el resto del trabajo y al espectador durante 2 horas largas de duración, cada vez más cuestarriba. La odisea de los personajes principales se diluye en tópicos, personajes y situaciones prototípicas, de las que poco se consigue captar la atención y la sorpresa del espectador.
Ignorando si de esto será más o menos responsable el guionista, los productores o el director, a uno solo le queda el buen sabor de boca instantáneo que ofrece la película cuando la historia y los personajes importan menos que una secuencia de acción, de sensaciones, o de situación paisajística y ambiental. Es ahí donde el mérito y el logro sobresale.

Todo este desequilibrado conjunto permanece subrayado por una crítica hiriente hacia la España más ambiciosa y patosa como parte de la misma moneda, la desleal e hipócrita, la que vende sueños de imperio rancio por tiempo limitado, la que olvida a los que son capaces de matar y morir por su nombre, la que alardea de grandeza pero se queda en tosca osadía. Con este discurso histórico tan potente como espinoso, la película deja una leve reflexión al espectador, pudiendo éste estirarla tanto como desee, dejando a la imaginación los motivos temáticos de esta historia llevada a cabo en la actualidad. En este sentido, '1898: Los últimos de Filipinas' se moja, pero no lo suficiente, y con un ánimo limitado de trascendencia. Siempre limitado por patrones y tópicos, que dibujan a unos personajes tan dispares como reconocibles.

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