Esta temporada se presenta como una de las más importantes en la larga carrera de Navarro. Puede parecer exagerado en un jugador de su trayectoria, pero por primera vez en muchos años su rol no parece claro. Lo ideal, es un papel similar al que ha tenido en la selección este verano, como líder anotador de la segunda unidad. Su físico ya no le da para comandar a un equipo top de Europa, pero sigue teniendo la calidad (y una facilidad innata para anotar) para ofrecer un buen rendimiento en pocos minutos. Tras Rice y Tomic, y Koponen y Doellman en menor medida, es el único jugador con capacidad para generarse sus propios puntos.

Su papel dentro del engranaje del equipo será, sin duda, uno de los grandes retos de Bartzokas. Como tapar sus cada vez más acentuadas carencias defensivas es una dificultad, pero a cambio tienes un jugador capaz de dinamitar un partido en pocos minutos. Recientemente ha reconocido que no descarta disputar el próximo Eurobasket, y una buena forma de ganarse un sitio es demostrar que puede seguir aportando aunque sea en dosis más pequeñas.

Parece evidente que no puede compartir cancha ni con Rice ni con Doellman (flojean en exceso en defensa), y se espera que sus minutos sean con jugadores de corte defensivo, para que tapen sus carencias, entregandole el control absoluto de la ofensiva. Con periodos de descanso, sobre todo en la liga ACB, puede ser determinante si acepta su rol y mantiene intacta la puntería y su capacidad para ir a la línea de tiros libres.

En su peor año a nivel estadístico en Europa, finalizó con unos más que notables 9 puntos, subiendo el listón en los playoff contra el Lokomotiv: 12 puntos y 3’4 asistencias en 23 minutos de juego.

Navarro se encuentra delante de uno de sus mayores retos, y de su adaptación y rendimiento dependen gran parte de las opciones de los azulgranas de volver a la Final Four y, quién sabe, volver a levantar la Euroliga. Si entra en racha, sigue siendo imparable.

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